Apreciados lectores: no os voy a engañar. Hace tiempo que la telemedicina se vé como un recurso que en Sanidad debería estar usándose, sobre todo en un entorno con casi un 80% de población con acceso a internet. Por eso, reflexionando sobre las principales barreras en la adopción de la telemedicina sincrónica por videollamada (mas allá de la validez científica que tiene, de la que ya hay miles de estudios en PubMed) como recurso sanitario útil se me ocurre:
a) El capitulo económico (antes que nada). No hay muchos agentes económicos en nuestro entorno que consideren a dia de hoy que la telemedicina sea una actividad que deba ser remunerada. En este sentido, enfatizo el “en nuestro entorno”, porque en USA los de Walmart y compañía lo ofrecen como actividad económica paralela a los médicos con los que tienen vínculo. En España parece que Sanitas está haciendo lo mismo (al menos en su publicidad) y pagará por las citas realizadas a través de su sistema de telemedicina. Este tema es mucho más complejo de lo que parece, puesto que el pagador debe poder ganar más dinero (o perder menos) para hacer un cambio de este calibre, que modifique sustancialmente la oferta sanitaria, con la fricción que tendrá tanto a nivel de usuarios (pacientes) como de proveedores. En otro sector es similar a lo que ya pasó con Legalitas, que pasó de ser una franquicia de servicios legales con terceros a ofrecerlos con abogados contratados desde una central de respuesta. En castellano viejo, que le tiene que salir a cuenta la fiesta. En este capítulo económico podríamos también hablar del coste de reducir servicios presenciales al virtualizarlos, y su impacto social y profesional. Los argumentos de los neoluditas para abandonar los ordenadores e internet y sacrificar eficiencia (coste/efectividad) por puestos de trabajo funcionarial no creo que mejoren la vida de la Humanidad.
b) La gestión organizativa del flujo de trabajo: No quiero ser algo que no soy (académico), y en pocas palabras se trata de que el servicio sea ágil. Esto tan sencillo es muy complejo si no se dispone del control total de la agenda (y del alma) del profesional sanitario que está al otro lado para atender al paciente. Esto puede desembocar en “anti-engagement” con el servicio (lo que viene a ser un efecto “vaya-mierda-de-servicio-explicado-a-todo-el-mundo”), máxime cuando los primeros usuarios (en inglés académico los early adopters) serán usuarios expertos en tecnología, y por tanto esperan una respuesta inmediata, especialmente en un tema de salud. Si fallas la primera vez, no hay segunda oportunidad. En el sector privado en España se trata de competir en velocidad y eficiencia con los servicios públicos, 100% gratuitos y 24/7 abiertos hasta el amanecer para el que se acerque físicamente. Es algo solo al alcance de grandes aseguradoras o centros. En USA, donde conseguir una visita para el médico en menos de 1 semana a 10 días es un milagro, y el precio para el usuario dificilmente baja de 100$, es otra cosa. En otros países del mundo, posiblemente también por la falta de disponibilidad de recursos sanitarios. Pero en nuestro entorno, yo no lo haría con freelancers médicos, porque igual están liados en otros mil temas a la vez, y el que queda mal es el proveedor del servicio.
c) La infraestructura de comunicación. Si el ADSL va y viene y aún tienes un módem analógico, no sueñes con tener telemedicina en casa, del mismo modo que no sueñes con ver Netflix o WuakiTv en Full HD. El sistema puede ser brutal, pero es lo que hay. Si encima hay velocidades de subida y bajada que van y vienen, pues eso. Que es como intentar pasear con un Ferrari por un campo de coles: si no se puede, no se puede…
Hechas estas valoraciones, gracias a un caso: la caída y cierre de la startup Healthspot que había levantado no solo expectativas de tener un modelo de negocio sostenible de telemedicina basado en quioscos, sino un montón de dinero (más de 46 millones de dólares) de inversores visionarios incluyendo el apoyo de compañías serias como Xerox. Las claves las dan en este artículo los CEOs de su principal competencia: American Well y Teladoc.
Lo más interesante para mí son las cifras de uso: Demuestran que los pacientes quieren inmediatez, y los médicos necesitan organización para meter en sus rutinas la telemedicina. No disponer de una herramienta útil de citación puede haber causado un gran daño a su negocio, impidiéndoles crecer en volumen de usuarios que justificara la inversión: por eso tenían en su web un “coming soon” para pedir cita online. También un punto débil dicen que es que ninguno de los directivos tenía experiencia en telemedicina: Mirando el Management Team o el Board of Directors parece que hay mas gente de la farma o seguros que de asistencia médica. Alguien de un call center de servicios médicos les hubiese echado una buena mano. Pero ahora su empresa duerme el sueño de los justos, y la videotelemedicina ya no parecerá tan cool a inversores (en realidad, ya está pasando: los ingleses de Babylon se están metiendo en Inteligencia Artificial porque probablemente el modelo de Telemedicina no esté tirando como querían). Y todo por algo tan básico como que emisor y receptor deben estar sincronizados en el tiempo para que la comunicación exista… Existiendo la petición de cita online en todos los sectores, este debería ser el menor de los problemas en el ámbito sanitario, pero la experiencia nos demuestra que no es tan sencillo. El video no mató a la estrella de la petición de cita médica…