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Channel: sanidad privada – Una de Médicos
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El talento del Dr Vargas

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A veces la realidad recrea situaciones que la ficción ya ha tratado. Las historias de confusiones han vendido libros y llenado teatros desde la comedia griega, desde antes incluso del engendramiento rocambolesco de Jaime I el Conquistador. En el campo de la Medicina y Odontología privada son un clásico los juegos de manos que muchos profesionales practicaban expoliando la cartera de clientes de las consultas donde habían colaborado, realizando un movimiento de captación de los pacientes que habían atendido (o incluso los que no), y muchas veces fichando feamente a las secretarias del centro originario. El summum del caso ha sido colocar la clínica dental o consulta en el mismo edificio que la que van a asolar, con el consiguiente lío mental de los pacientes. A rio revuelto, ganacia de pesacadores… y muchos son los que una vez entran en la consulta, no salen de la misma cuando se dan cuenta del error, puesto que están allí para que les solucionen su problema. Pero la LOPD está para estos casos en los que se debería poder frenar la sangría.

Aun así, parece que sea imposible que alguien nos suplante al 100%, como un Mr Ripley que confunda y se beneficie sin merecerlo de nuestro trabajo. Porque ¿qué pasa cuando un médico o dentista deja la consulta en la que había estado trabajando años por incompatibilidad, y se coloca en su lugar un compañero con idéntica especialidad y apellido? Es rocambolesco, pero este es el caso del Dr Vargas, César, urólogo y amigo, que al dejar la clínica en la que estaba por incompatibilidad con otras aseguradoras se está encontrando con que otro Dr Vargas, urólogo como él, aprovecha la similitud para captar a los pacientes que vienen recomendados de otros compañeros. Este fue mi caso, en el que remití un paciente al Dr Vargas de la Clínica CIMA. Curiosamente, lejos de desfacer el entuerto, el otro Dr Vargas me manda recuerdos. Yo soy consciente de la confusión cuando unas semanas más tarde recibo llamada del Dr Vargas, César, quejándose amargamente de la pérdida de pacientes en su consulta privada. Nada puede hacerse, salvo esperar que sus pacientes lo reconozcan por la foto de nuestra web.

Es un caso curioso que merece ser tomado como ejemplo de lo importante que es entre los médicos la creación de una marca personal reconocible y reconocida profesionalmente, sobre todo si desarrollan actividad privada, y que nos muestra lo sencillo que puede ser que un Dr Ripley puede afectar a nuestros intereses.


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