No voy a hacer un discurso navideño, pero en estas fechas tan señaladas me llena de orgullo y satisfacción recordar a tod@s aquell@s colegas de la Sanidad que están de guardia por las noches, velando por la resolución de problemas, accidentes domésticos, traslados, reagudizaciones de patologías, discusiones entre cuñados y tantos y tantos problemas navideños que no tienen hora. Haber estado entre ellos, comiéndome las guardias de la noche de Navidad, o el día de Navidad, o San Esteban (celebración muy catalana, por aquello de aprovechar los restos y hacer canelones), o Fin de Año, o la noche de Reyes, con el recorrido de la cabalgata impidiendo el acceso y/o salida de las ambulancias a las urgencias de los hospitales… todas esas guardias me acercan a aquellos que están allí para siempre.
Lo peor no eran las guardias. Lo peor era poder llegar a casa para descansar, porque el bajón de adrenalina llegaba, y te pillaba en pleno traslado camino a casa. Más de una y dos y tres veces tuve que parar a descansar (es lo que tiene hacer guardias a 96 Km de casa), paradas forzadas por casi-accidentes que al final me hicieron resignarme y hacer una siesta postguardia de varias horas antes de meterme en la carretera. Por eso leer que un pequeño estudio ha comprobado que los trabajadores de turno de noche podrían tener tendencia a accidentarse con el coche a la salida del mismo me ha tocado en lo más íntimo. Que en una muestra de 16 un tercio de los mismos estuviese a punto de tener un accidente en el test de conducción indica una clara tendencia, que deberá comprobarse en estudios posteriores, aunque no dudo que cualquier empresa responsable, para evitarse problemas con accidentes «in itinere» de vuelta a casa debería poner medios de descanso a disposición de los salientes de guardia.
Y a la gente de guardia y turnos de noche, espero que este Año Nuevo la noche no os confunda…